En los años cincuenta existía un "extraño" concepto llamado Urbanidad. Veinte años después, en los setenta, los profesores eran todavía devotos creyentes de las buenas maneras, las formas y el comportamiento.
-Siéntate bien, no mastiques chicle en clase, cede el asiento, por favor, gracias, pase usted...-
Es posible que tal y como están las cosas hoy, todo aquello tenga el sonido de lo ancestral y primigenio, pero para muchos de nosotros fue la diferencia entre el buen y el mal comportamiento, quizá sin saberlo, aprendimos entonces algunas normas básicas de conducta que tendrían un lugar o presencia en nuestra vida adulta.
Ceder el asiento, ser cortés y amable, respetuoso..., todo ello son valores caídos en deshuso y ridiculizados hasta la saciedad. Es posible que la entera sociedad tenga un sentido de comportamiento cauterizado por la desesperación, y las decepciones, pero todavía hoy puedo oír la voz de nuestro tutores como un eco en mi subconsciente que me impulsa a ser amable y agradecido. ¿Qué puedo perder?.
Está claro que antes era el exceso y hoy el defecto, antes si el profesor te castigaba, luego tu padre te aumentaba el castigo. Hoy si un profesor castiga a un niño, el padre puede demandar a la escuela y amenazar físicamente al profesor. los tiempos han cambiado, pero todavía hoy agradezco que alguien me enseñara a distinguir los límites.
Esa imagen de la regla de madera.Cuantos viajes a mis dedos puestos todos juntos,esperando el golpe.O mis posaderas,también blanco de una mano regia que empuñaba dicha regla.No curtía el golpe,curtía el poner cara de que no dolía delante de los espectadores.
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