El 26 de julio de 1958, se bendecía el conjunto de casas de La Seda, por aquel entonces ya estaban ocupadas por los trabajadores y sus familias.
Las casas eran de dos plantas, construidas con ladrillo. En su interior todavía hay unas plazoletas o terrenos comunes ajardinados y con bancos donde sentarse. Todos los pórticos de las ventanas son en la actualidad, como entonces, de madera pintada con una cenefa en rombo sobre un fondo verde. Siempre me han gustado estas casas e independientemente del coste económico que pudiera conllevar la construcción, es al menos, agradable pensar que en otros tiempos una empresa facilitara a sus empleados la vivienda familiar y el colegio para sus hijos. Hoy todo esto resulta asombrosamente extraño.
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