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martes, 10 de mayo de 2011

CHURRO, MEDIA MANGA…


Imagen tomada del Museo Virtual de viejas fotos. 20 minutos

De todos los juegos en los que participábamos durante el recreo; si tuviera que redactar un listado de los más brutales, sin duda éste podría encabezar la lista de los peores.
La velocidad, la fuerza del salto y la caída a lomos de otros alumnos eran proporcionales a sus dolores de espalda y contusiones varias.
No voy aquí ahora a detallar en que consistía el juego, ya que sobre ello existen innumerables páginas nostálgicas y documentales de la época, más bien quiero centrarme en lo que se sentía entonces durante su práctica.

Debo decir antes de nada, que jugábamos al churro con tal pasión e intensidad que muchos profesores lo prohibieron. La selección de los candidatos era cuidadosa, solo los más fuertes y resistentes para un espectáculo propio de los quarterbacks de la liga americana.

Al árbitro le llamábamos “la madre”. Era el único que debía mantenerse de pie y sin moverse, sujetando toda la fila de cinco potros salvajes. Una vez que ya habíamos saltado todos; los que soportaban nuestro peso, debían responder a una pregunta con tres opciones, si acertaban, serían ellos los que saltarían a continuación y si no, continuarían debajo todas las veces que fueran necesarias hasta que encontraran la respuesta:

-¿Churro, media manga o mangotero?. Adivina lo que hay en el puchero.

Saltar desde esa distancia y caer con todo el peso de nuestro cuerpo sobre los otros abatidos muchachos nos hacía sentir poderosos. En el fondo era un sentimiento mezquino.
Me pregunto por qué era tan popular este juego y lo cierto es que en la vida casi nunca he tenido tantas opciones como respuestas. Aprendí sin embargo que unas veces nos toca saltar y otras, agacharnos. Lo más divertido era lo primero, pero estar agachado y soportar, fue lo que realmente nos hizo más fuertes.



domingo, 13 de febrero de 2011

MADELMANS



Los Madelmans fueron sin duda uno de los juguetes que recuerdo con más nostalgia. El de la imagen era una reproducción  de Daniel Bonne. Una serie televisiva sobre un hombre que vivía en las montañas.
En nuestro caso podíamos simular verdaderas hazañas bélicas con petardos y explosiones de pólvora incluidas, de lo mas Friki. Al final acababan casi todos en una caja de zapatos desmembrados y recubiertos de Micromina.




Uno de los que peor lo pasó era el Madelman buzo, creo que lo ahogué un centenar de veces en la bañera, era increíble, ¡que resistencia la de sus pulmones de plástico!

Después fabricaron unos un poco más grandes que se llamaban Geyperman. En este último habían mejorado cosas como las articulaciones y los complementos, incluso el pelo parecía auténtico. Pero no eran lo mismo. Nada superaría  a los primeros, los originales.





Anuncios Madelman de la época


MORTADELO y FILEMÓN

No creo que pueda olvidar las felices horas que pasé delante de los tebeos.
Podía estar leyéndolos durante tanto tiempo que me olvidaba de todo. Después cuando ya los había leído más de media docena de veces podía intercambiarlos en el mercadillo al que llamábamos "el Jueves"
Zipi y Zape, Anacleto, El botones sacarino, los héroes Márvel..., todos ellos tienen un lugar guardado en mi recuerdo, fieles compañeros de mi infancia. Y adolescencia. Pero sin duda de entre todos ellos, con los que descubrí el significado del humor fue con los intrépidos agentes de la T.I.A., los inventos del profesor Bacterio y las inagotables persecuciones acompañadas de las gráficas nubes de golpes y estruendosas explosiones.
Leyendo estos tebeos en voz alta e interpretando sus personajes como un perfecto doblaje, mi amigo y compañero de clase y yo, mejoramos notablemente en lectura y sin duda también en imaginación. 




50 Aniversario 1957-2007

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