sábado, 18 de abril de 2020

LAS COSAS QUE NO NOS DIJIMOS




Marc Levy es el autor más leído en Francia. En 2008 escribió su octavo libro “Las cosas que no nos dijimos” editorial Planeta 2009 y pronto es traducido a más de cuarenta idiomas. La obra de Levy fue adaptada a guión cinematográfico almenos en tres ocasiones.

En la biografía de sus comienzos, Levy es un socorrista de la Cruz Roja que ama la literatura y que poco después crea su propia empresa especializada en imagen digital y nueve años después regresa a París para abrir un despacho de arquitectura. Fue en ese momento cuando decide escribir una narración para su hijo. Ese primer contacto con la página en blanco fue el detonante y en el año 2000 publica su primer libro con un resultado fulminante, convirtiéndose en un bestseller que le catapultaría al oficio de escritor.

En “Las cosas que no nos dijimos” Levy explora eso que algunos han llamado hasta la saciedad:”falta de comunicación”.

"Cuatro días antes de su boda, Julia recibe una llamada del secretario personal de Anthony Walsh. Walsh es un brillante hombre de negocios, pero siempre ha sido para Julia un padre ausente, y ahora lleva más de un año sin verle. Como julia imaginaba, no podrá asistir a la boda. Pero esta vez tiene una excusa incontestable: ha muerto.Al día siguiente del entierro, Julia recibe un extraño paquete y descubre que su padre le ha reservado una última sorpresa. Gracias a ella, Julia se embarcará en el viaje más extraordinario de su vida. Un viaje que le llevará a descubrir un pasado inesperado y le permitirá conocer a ese hombre que fue su padre, con el que habían quedado tantas cosas por decirse".

jueves, 16 de abril de 2020

EL NIÑO QUE FUIMOS





¿Tienen los escritores alguna noción o algún recuerdo real de lo que es un niño? Yo lo tengo, y lo he reforzado durante cuarenta y cinco años de dar clases a niños. Un niño es un hombre en miniatura, y aunque a veces pueda mostrar una notable virtud así como características que puedan resultar encantadoras por lo ingenuo, también es intrigante, egoísta, traidor…, sinvergüenza y villano; en pocas palabras: un hombre.

“El Quinto en Discordia"
Robertson Davies 

Las palabras del autor de la Trilogía de Deptford indaga en lo que fue su infancia y mucho tiempo después, su vida como docente y por lo tanto, de nuevo en contacto con niños. Los niños pueden ser unos encantadores tiranos, dulces egoístas y un gran cumulo de contradicciones.

Si nosotros fuimos así, quizá ya no lo recordamos, pero lo que no hemos olvidado es que la nuestra, fue una época con la capacidad de disfrutar de la vida y ser felices con muy poco; un puñado de canicas, cuatro cromos de fútbol y mucho ingenio para disfrutar de nuevos retos y aventuras que no costasen dinero.

No podemos concluir que “cualquier tiempo pasado fue mejor", porque cada etapa de la vida tiene sus propias características. Sin embargo sin enfermarnos de nostalgia, lo cierto es que muchas cosas que vivimos entonces, hoy serían impensables: montar en bicicleta sin casco, beber de una manguera, pasar toda la tarde en la calle, jugar con el mercurio de un termómetro, asomar la cabeza en un tren en marcha, lanzar piedras con un tirachinas…, aquellos pequeños delincuentes son hoy adultos muy respetados que reprenden a sus hijos como si hubieran olvidado todo lo que hemos descrito.
Publicaba recientemente Catherine L'Ecuyer en su columna de La Vanguardia:

"En cada una de esas deliciosas cabezas, decía Chesterton refiriéndose a los niños, hay un universo recién estrenado como lo fue el séptimo día de la creación. Así ven el mundo los ojos asombrados de nuestros pequeños, porque “no dan nada por supuesto”. Los ­niños no creen ni dejan de creer en los milagros, porque para ellos todo es un milagro"

Si lo pensamos bien todo fue un milagro, que sobreviviéramos a nuestra infancia y que tantas veces, como hoy, hayamos acudido a ella.

El dramaturgo británico Tom Stoppard, guionista de la película “Shakespeare in love” decía: “Si llevas tu infancia contigo, nunca envejecerás" y con esto sencillamente hacía referencia al niño que fuimos y que siempre ha estado dentro de nosotros.

viernes, 10 de abril de 2020

EL ALIENTO DE LOS RECUERDOS




En días como el de hoy, pienso en que el tiempo transcurre a tal velocidad que muchas veces es difícil de percibirlo en toda su dimensión, y mucho menos de aceptar que hayamos llegado hasta aquí durante un breve chasquido de dedos. Si cierro los ojos, puedo oler los lápices, cromos y libretas de mi infancia, oír las voces en el patio del colegio y recrear la canción de mi serie favorita del sábado por la tarde. Aquellas series de entonces. 
A pesar de la distancia, todas esas sensaciones continúan vivas en mi memoria. Porque no recuerdo lo que comí ayer, pero sí soy capaz de reconstruir un día de colegio de hace más de 40 años. Son, en definitiva, el aliento, o como diría Bod Dylan la respuesta que arrastra el viento. Uno que sopla sutilmente entre el ayer y el mañana dejándome los pulmones henchidos de nostalgia.

La verdad es que a pesar de los errores y oportunidades con las que a veces nos obsequia la vida, lo cierto es que todos tenemos las mismas horas cada día para cambiar lo que no funcione. Para encontrar la pieza que falta en el gran puzzle de la existencia.




Durante el temido COVID-19, que mantuvo confinados a millones de ciudadanos de todo el mundo, muy pocos aprovecharon ese momento para leer, solo un 30/32%, y mucho menos para escribir o realizar tareas creativas. Ahora tenían todo el tiempo del mundo, pero no las motivaciones adecuadas.

Leí un artículo reciente en la Vanguardia en el que se definía la carencia de tiempo como una nueva forma de pobreza. Podría decirse que si no aprendemos a gestionar mejor nuestra vida, estaremos inevitablemente empobreciéndonos en todos los sentidos en los que una persona puede llegar a la precariedad; intelectual, económica, afectiva… El tiempo es todavía hoy un apreciado recurso difícil de retener o conservar, para algunos visionarios, la moneda del futuro. 

Mientras tanto, todos nosotros haríamos bien en no perder demasiado tiempo ni permitir que otros nos lo arrebaten y que este se malgaste. Como muestra el documental: “Ladrones de tiempo”, [Time Thieves. Festival Docs Barcelona] realizado y dirigido por Cosima Dannoritzer, son muchos los factores que intervienen en la pérdida de tiempo. Probablemente uno de los más relevantes es pasar muchas horas delante del televisor de manera descontrolada.


Encuentro la televisión muy educativa.Cada vez que alguien la enciende, me retiro a otra habitación y leo un libro”
Groucho Marx

jueves, 9 de abril de 2020

DIAMANTES Y HERRUMBRE



En el top de las 50 canciones más populares de los años 70, aparecen temas tan legendarios como “Let it be”. Beatles (1970) o “Stairway to heaven”. Led Zeppelin. (1971). Al repasar la selección publicada por El Megatop, me he permitido escoger una de ellas. Una melodía que ni siquiera ocupa el primer lugar, pero que para alguno de nosotros podría tener un hondo significado. Se trata de “Diamonds & Rust”.  Escrita e interpretada por Joan Báez desde 1975. Existe otra versión o precuela en el repertorio de Judas Priest. Pero el original siempre fue de Báez.
Esta es una canción de aquellas que calan hondo, simplemente acompañada por los acordes de una guitarra. Una letra que recoge la esencia de los desencuentros y las decepciones sufridas durante la arrolladora intensidad del amor.
“Diamonds & Rust”Diamantes y herrumbre nos muestra las eternas contradicciones, las dos caras que siempre nos han acompañado durante nuestras vidas, la brillante y bonita y la oscura y amarga. La espina de las rosas y la soledad entre multitudes.


La carrera profesional de Báez siempre fue un compromiso con sus ideas, con su agudo sentido de la justicia y la libertad, gracias a ella existen hoy organismos tan reputados como Amnistía Internacional o el Instituto para el Estudio de la No Violencia. En sus conciertos se incluyeron muchas canciones con temas claramente reivindicativos, letras a través de las cuales protestar contra las guerras, como la de Vietnam, y la ambición sin escrúpulos de algunos dirigentes políticos. 

lunes, 6 de abril de 2020

EL PILOTO DEL MESSERSCHMITT



¿Os acordáis que de camino a la playa, a través de la carretera de la aviación y frente a la verja de las pistas de aterrizaje había un huerto con una tumba? ¿Quién podía estar enterrado en aquel campo que había sido de arroz y alcachofas?
Esta historia está ambientada en aquel suceso. 

En la colección de relatos breves “Frases que hacen Nidos” se incluye una narración sobre el origen y etimología de “El Remolar” y describe un accidente aéreo que se produjo hace más de ochenta años.

En la siguiente publicación se han seleccionado los fragmentos más reveladores.



Capítulo I
Humedales del Remolar



            “Desde muy temprano, los campos habían estado cubiertos por una niebla blanquecina, el suelo escarchado crujía y se agrietaba iluminado por los primeros rayos de un sol que tímido y perezoso anhelaba el aliento de los humedales. El agua del Remolar, agitada por los ánades, describía amplios círculos entre la bruma. Un poco más adelante, bajo los cañizos y cortaderas, se hallaba el cenagoso cobijo de las ranas.
 A lo lejos un perro ladraba porque había oído el carro del portugués en dirección a La Volatería. Las ruedas se hundían sobre el fango en el paso de la albufera y el portugués azuzaba al animal para que redoblara su esfuerzo de arrastre. El animal resopló avivando la suspicacia del podenco, los perros no cesaba de ladrar en la lejanía. Una asustadiza bandada de Francolins remontó el vuelo hasta la pineda y sin otro sonido ni otra luz, el carro se detuvo a las puertas de la masía.


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