¿Tienen los escritores alguna noción o algún recuerdo real de lo que es un niño? Yo lo tengo, y lo he reforzado durante cuarenta y cinco años de dar clases a niños. Un niño es un hombre en miniatura, y aunque a veces pueda mostrar una notable virtud así como características que puedan resultar encantadoras por lo ingenuo, también es intrigante, egoísta, traidor…, sinvergüenza y villano; en pocas palabras: un hombre.
“El Quinto en Discordia"
Robertson Davies
Las palabras del autor de la Trilogía de Deptford indaga en lo que fue su infancia y mucho tiempo después, su vida como docente y por lo tanto, de nuevo en contacto con niños. Los niños pueden ser unos encantadores tiranos, dulces egoístas y un gran cumulo de contradicciones.
Si nosotros fuimos así, quizá ya no lo recordamos, pero lo que no hemos olvidado es que la nuestra, fue una época con la capacidad de disfrutar de la vida y ser felices con muy poco; un puñado de canicas, cuatro cromos de fútbol y mucho ingenio para disfrutar de nuevos retos y aventuras que no costasen dinero.
No podemos concluir que “cualquier tiempo pasado fue mejor", porque cada etapa de la vida tiene sus propias características. Sin embargo sin enfermarnos de nostalgia, lo cierto es que muchas cosas que vivimos entonces, hoy serían impensables: montar en bicicleta sin casco, beber de una manguera, pasar toda la tarde en la calle, jugar con el mercurio de un termómetro, asomar la cabeza en un tren en marcha, lanzar piedras con un tirachinas…, aquellos pequeños delincuentes son hoy adultos muy respetados que reprenden a sus hijos como si hubieran olvidado todo lo que hemos descrito.
Publicaba recientemente Catherine L'Ecuyer en su columna de La Vanguardia:
"En cada una de esas deliciosas cabezas, decía Chesterton refiriéndose a los niños, hay un universo recién estrenado como lo fue el séptimo día de la creación. Así ven el mundo los ojos asombrados de nuestros pequeños, porque “no dan nada por supuesto”. Los niños no creen ni dejan de creer en los milagros, porque para ellos todo es un milagro"
Publicaba recientemente Catherine L'Ecuyer en su columna de La Vanguardia:
"En cada una de esas deliciosas cabezas, decía Chesterton refiriéndose a los niños, hay un universo recién estrenado como lo fue el séptimo día de la creación. Así ven el mundo los ojos asombrados de nuestros pequeños, porque “no dan nada por supuesto”. Los niños no creen ni dejan de creer en los milagros, porque para ellos todo es un milagro"
Si lo pensamos bien todo fue un milagro, que sobreviviéramos a nuestra infancia y que tantas veces, como hoy, hayamos acudido a ella.
El dramaturgo británico Tom Stoppard, guionista de la película “Shakespeare in love” decía: “Si llevas tu infancia contigo, nunca envejecerás" y con esto sencillamente hacía referencia al niño que fuimos y que siempre ha estado dentro de nosotros.
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