Desde el principio, la lectura formó parte de nuestro incipiente deseo de aventura, de saber y conocer cosas nuevas. Poco a poco, los primeros relatos breves fueron despertando en nosotros la voracidad de los libros.
He reunido aquí algunos de los cientos de títulos que recuerdo, a penas un puñado de ellos. Algunos cayeron fortuitamente en mis manos y a otros los perseguí hasta que fueron míos, pero de todos ellos guardo un lugar atesorado y nostálgico en el que mientras la luz se filtraba suavemente sobre los cojines de un mullido sofá yo abría las primeras hojas de un mundo lejano y confortable en el que me sumergía para nadar sobre 20.000 leguas de viaje submarino, viajar al centro de la tierra o encontrar el preciado tesoro de una isla desierta.
No he encontrado nunca un mayor remanso de paz que el que descubrí entre las páginas de un libro.
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Julio Verne ed. 1986 |
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Calderón de la Barca ed.1955 |
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año 1981. Las lecturas ya eran más extensas y en ocasiones especializadas. |
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El Increíble Hombre Menguante ed. 1956 |
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El Escarabajo Sagrado ed. 1947 |
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La Isla del Tesoro ed. 1954 |
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Tom Sawyer ed. 1945
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Robinson Crusoe ed. 1914 |
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Anotaciones del profesor
Hergé (Tintín) Pipi Calzaslargas -Inger Nilson-(Astrid Lindgren)
A finales de los años 70, incluso mucho tiempo antes, los trabajadores de La Seda -y también sus hijos- podían disponer de una biblioteca privada situada en las calles adyacentes a la fábrica Rayon. El horario en 1979 era 12:00 a 13:00h los martes y los jueves, con servicio de préstamo y regentada, si la memoria no me falla por el Sr. Lladó.
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