Nos adentramos en los 80 con la permanente sensación de que atrás dejábamos una época gris y sórdida. Las canciones extranjeras, las series de televisión, las películas y los cómics nos ayudaron en ese proceso de despresurización y abrieron nuestra mente a nuevas formas, colores y tendencias.
Habían pasado muy pocos años desde nuestro final de curso en el colegio y aún no sabíamos lo que haríamos con nuestras vidas. Todavía era pronto y apenas acabábamos de romper el cascarón. Pero de algo estábamos convencidos: nuestros primeros recuerdos, para bien o para mal, nos acompañarían siempre.
Todavía hoy parece increíble que sobreviviéramos a los ratos de patio, los columpios oxidados, el campo de fútbol de tierra, beber de una manguera o la certera zapatilla de nuestra madre.
Por algún extraño motivo, hasta los 18, el tiempo transcurría mucho más despacio y esto nos daba la oportunidad de saborear alguno de aquellos momentos estelares. Nuestro primer beso, el primer coche, o el primer trabajo.
No podemos llegar a la conclusión de que cualquier tiempo pasado fue mejor aunque con los 80, haría una excepción.
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