Hacía mucho tiempo que no volvía al Prat. A recorrer sus calles y lugares de mi infancia, y como era de esperar, nada más emerger de la estación, una inevitable nostalgia invadiría mi mente. Me detuve un instante en la plaza de la estación mientras una antigua brisa fría y húmeda arrastraba el olor de los campos hasta mis recuerdos.
Era inevitable y el primer lugar donde se posaron mis ojos fue en el colegio. Aquellos años de Educación General Básica darían para mucho..., y aquí estaba, con la nariz pegada a la verja, junto a los padres que esperaban a que sus hijos entraran en clase. Faltaban cinco minutos para las tres de la tarde y yo también tuve que esperar hasta que el último de los alumnos se recogiera para hacer, con autorización del profesorado algunas fotografías.
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La puerta principal, con la balaustrada original |
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La cancha de baloncesto donde entrenaba el equipo femenino de la Terlenka, esta vez sin la palmera. |
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El corredor o distribuidor a las aulas. |
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Vista frontal con una diminuta portería de fútbol. En nuestro tiempo, en una esquina de la terraza había una parra que ofrecía una refrescante sombra al director del colegio durante su desayuno, normalmente unas uvas u otra pieza de fruta. |
Como era martes, no pude verme con el director del colegio, José Manuel Fernández, un antiguo alumno. Parece que no le queda mucho para jubilarse y ya está a medio gas con las tareas del colegio.
En el patio ya no estaba la palmera, ni tampoco el árbol de la entrada, aquel al que todos trepábamos en la hora del recreo, en realidad estaba todo muy cuidado y asfaltado. Recuerdo que en mis tiempos el suelo era de tierra y que los árboles lo llenaban todo de hojas. En el otro extremo, donde antes vivía una señora muy mayor a la que teníamos cansada de colgar nuestros balones de fútbol, ahora hay una espacio para actividades creativas al aire libre y un pequeño huerto urbano sobre unos bancales.
Web de la Escola
Me despedí de una amable secretaria académica, Conchi Mallo, que por cierto había ido al colegio de las monjas y salí de Escola La Seda en dirección a la Iglesia, la plaza del Ayuntamiento y el antiguo mercado.
En la plaza del Ayuntamiento ya no estaba el Kiosco donde comprábamos los cromos y las gominolas. Sin embargo conservaban la antigua fuente, que en otros tiempos estaba frente a la plaza.
Reemprendí mi camino, pero esta vez por la calle Jaime Casanovas en dirección a la avenida Montserrat y al que fue mi barrio en los años sesenta hasta mediados de los ochenta. Para mi sorpresa encontré el mismo lugar donde se exponían las películas de estreno, el portal de una vieja casa.
Este otro lugar se llamaba antes "El Patronato", ahora Centre d'Art Torre Muntadas. Aquí exponía sus cuadros el Sr. Ballarín, antiguo director del colegio La Seda y el centro de reuniones del Grupo de Teatro Kaddish. Recuerdo que antes había una pequeño estanque de papiros y nenúfares con una fuente, una foca de bronce, de la que salía un alegre chorro de agua.
Al lado de este parque había una antiguas casas de dos pisos con patios y escaleras de hierro y justo en frente una lechería con una masía en la que habían vivido varias generaciones de payeses. Hoy había una gran espacio vacío vallado con distintivos de obra.
Dejé atrás ese tramo de la calle y llegué a lo que había sido el Casal de Cultura, hoy Torre Balcells. Escuela de teatro y de música.
Ya me encontraba en mi barrio, en la Avenida Montserrat, donde todavía se puede ver lo que quedaba de la antigua boutique Sendra, pegada al edificio, el 135, donde pasé los primeros años de mi vida.Estas casitas bajas en la esquina de Jaume Casanovas y la Avenida Montserrat son Les Cases d'En Puig, antes formaba parte de la toponomía agrícola, con sus gallinas, el carro de heno en la puerta y las mazorcas de maíz, pero hoy es un centro de ayuda para personas con necesidades especiales.
Continué con esta emocionante visita y caminé cerca de lo que antiguamente había sido el matadero, convertido ahora en un centro cultural y biblioteca. Me encontraba ahora frente a la plaza de Catalunya. Antiguamente conocida como la zonilla, o el lugar donde los jóvenes quedaban para tomar unas copas, merendar o bailar.
La nueva estación de metro de la línea 9 Sud. Estación de Céntric. Inaugurada en febrero de 2016 y que conecta el Prat con Barcelona y con el Aeropuerto.
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Icónica torre de las aguas |
La torre del agua, con 38 metros de altura, fue construida en 1966 para asegurar el abastecimiento del agua a un pueblo en plena era industrial y crecimiento. Miles de familias se trasladaron hasta aquí, especialmente desde el sur para trabajar en las fábricas, principalmente de Andalucía, Extremadura. Por cierto, hay un pequeño pueblo de Cáceres Llamado Garrovillas de Alconetar, con a penas 1.960 habitantes y que se encuentra hermanado con El Prat de Llobregat desde hace años, según el Periódico de Extremadura, desde mayo de 2005.
Dejando atrás esta zona más moderna y perfectamente mimetizado con el Prat de los sesenta, caminé lentamente por la Carretera de la Aviación para no perder detalle de uno de mis lugares favoritos, Las Casas de La Seda.
Charles Stulemeijer (Rotterdam1880- Breda1968) era un empresario e industrial holandés fundador y presidente de "La Seda de Barcelona) desde 1925 hasta 1968. La calle de la fotografía lleva su nombre.
Estas serían las viviendas de los primeros trabajadores de las empresas textiles que fundó. Siguiendo sus instrucciones fue el arquitecto municipal Joaquim de Moragas quien se responsabilizó de la construcción de una casas de planta baja y un primer piso, funcionales, pareadas y con un pequeño jardín privado. Las casas se inauguraron el 26 de junio de 1958 y forman en la actualidad parte del Catálogo y Plan especial para la Protección del Patrimonio Arquitectónico de El Prat de Llobregat.
Después de mi paseo por esta zona de El Prat, visité a unos buenos amigos, Laurie Baughman y a su esposo Antonio Villafranca con los que tomé un café americano y unas galletas de canela elaboradas artesanalmente. Después de este reconfortante descanso, ya estaba listo para mi regreso a un tren que me llevaría de vuelta a Sitges, pero de camino...
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Me detuve unos minutos para recordar el cine de mi niñez y que tanto despertó en mi la pasión por las películas y el mundo del séptimo arte.
Y por supuesto, me dirigí hasta el Artesano.
Podría estar hablando durante horas de este lugar, pero solo diré que aquí fue donde escuche por primera vez a los Beatles y donde supe a qué se referían los muchachos mayores con aquello de los guateques.
Flors Muntané. Con más de 50 años de andadura, la floristería de toda la vida.
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La antigua tienda de productos agrícolas, semillas y cuidados de la tierra
La que fue hace años la plaza de los autobuses.
Entrada a la antigua biblioteca para empleados de la Seda de Barcelona. Aquí nos entregaban cada año el regalo de reyes. Lo gestionaba el señor Lladó, el mismo que cada viernes proyectaba en el colegio una película de risa con un gran artefacto para cintas de 25mm y que hacía las delicias de todos nosotros.
Al fondo y a la izquierda se puede ver la Casa Alcaide, restaurant donde había un frontón.
La chimenea de la fábrica Rayón, el único vestigio de una zona industrial en la que no se puede construir, porque los vertidos de productos químicos filtraron has las capas freáticas y el suelo es inestable.
Ya caía la tarde y volví a pasar por la parte de atrás del colegio.
Regresé de camino a la estación por las calles que tantas veces me habían llevado hasta el colegio y tiempo después hasta la fábrica Rayón donde trabajé varias temporadas de verano. Hacía frío, como suele suceder en El Prat, pero me sentía contento por la visita y al mismo tiempo abrumado por los recuerdos. Es cierto que el tiempo no vuelve, pero en cierto modo, aquella tarde comprendí que no se había ido.
Manuel Julián
Exalumno Escola La Seda