Hacía mucho tiempo que no volvía al Prat. A recorrer sus calles y lugares de mi infancia, y como era de esperar, nada más emerger de la estación, una inevitable nostalgia invadiría mi mente mientras esa brisa fría y húmeda arrastraba el olor de los campos.
Era inevitable y el primer lugar donde se posaron mis ojos fue en el colegio. Los años de Educación General Básica dan para mucho..., y aquí estaba, con la nariz pegada a la verja, junto a los padres de los alumnos que esperaban a que sus hijos entraran en clase. Faltaban cinco minutos para las tres de la tarde y yo también tuve que esperar hasta que el último de ellos se recogiera para hacer con autorización del profesorado algunas fotografías.

Como era martes, no pude verme con el director del colegio, José Manuel Fernández, un antiguo alumno. Parece que no le queda mucho para jubilarse y ya está a medio gas con las tareas del colegio.
En el patio ya no estaba la palmera, ni tampoco el árbol de la entrada, aquel al que todos trepábamos en la hora del recreo, en realidad estaba todo muy cuidado y asfaltado. Recuerdo que en mis tiempos el suelo era de tierra y que los árboles lo llenaban todo de hojas. En el otro extremo, donde antes vivía una señora muy mayor a la que teníamos cansada de colgar nuestros balones de fútbol, ahora hay una espacio para actividades creativas al aire libre y un pequeño huerto urbano sobre unos bancales elevados.
Me despedí de una amable profesora, Maria José, que por cierto había ido al colegio de las monjas y salí de Escola La Seda en dirección a la Iglesia, la plaza del Ayuntamiento y el antiguo mercado.En la plaza del Ayuntamiento ya no estaba el Kiosco donde comprábamos los cromos y las gominolas. Sin embargo conservaban la antigua fuente, que en otros tiempos estaba frente a la plaza.Reemprendí mi camino, pero esta vez por la calle Jaime Casanovas en dirección a la avenida Montserrat y al que fue mi barrio en los años setenta. Para mi sorpresa encontré el mismo lugar donde se exponían las películas de estreno, el portal de una vieja casa.
Este otro lugar se llamaba antes "El Patronato", ahora Centre d'Art Torre Muntadas. Aquí exponía sus cuadros el Sr. Ballarín, antiguo director del colegio La Seda y el centro de reuniones del Grupo de Teatro Kaddish. Recuerdo que antes había una fuente de papiros y nenúfares con un chorro de agua constante que salía de una foca de bronce.
Google Maps Torre Muntadas
Al lado de este parque había una antiguas casas de dos pisos con patios y escaleras de hierro y justo en frente una lechería con una masía en la que habían vivido varias generaciones de payeses. Hoy había una gran espacio vacío vallado con distintivos de obra.Dejé atrás ese tramo de la calle y llegué a lo que había sido el Casal de Cultura, hoy Torre Balcells. Escuela de teatro y de música.
Ya me encontraba en mi barrio, en la Avenida Montserrat, donde todavía se puede ver lo que queda de la antigua boutique Sendra. Estas casitas bajas en la esquina de Jaume Casanovas y la Avenida Montserrat son Les Cases d'En Puig, antes formaba parte de la toponomía agrícola, con sus gallinas, el carro de heno en la puerta y las mazorcas de maíz, pero hoy es un centro de ayuda para personas con necesidades especiales.
Continuamos nuestra visita y pasamos por lo que antiguamente había sido el matadero, convertido ahora en un centro cultural y biblioteca. Nos encontramos ahora frente a la plaza de Catalunya. Antiguamente conocida como la zonilla, o lugar para tomar copas, merendar o bailar.
La nueva estación de metro de la línea 9 Sud. Estación de Céntric. Inaugurada en febrero de 2016 y que conecta el Prat con Barcelona y con el Aeropuerto.
 |
Icónica torre de las aguas |
La torre del agua, con 38 metros de altura, fue construida en 1966 para asegurar el abastecimiento del agua a un pueblo en plena era industrial y crecimiento. Miles de familias se trasladaron hasta aquí, especialmente desde el sur para trabajar en las fábricas, Andalucía, Extremadura y el interior de España. Por cierto, hay un pequeño pueblo de Cáceres Llamado Garrovillas de Alconetar, con a penas 1.960 habitantes se encuentra hermanado con El Prat desde hace años.
Dejando atrás esta zona más moderna y perfectamente mimetizado con el Prat de los sesenta, caminé lentamente por la Carretera de la Aviación para no perder detalle de uno de mis lugares favoritos, Las Casas de La Seda.
Charles Stulemeijer (Rotterdam1880- Breda1968) era un empresario e industrial holandés fundador y presidente de "La Seda de Barcelona) desde 1925 hasta 1968. La calle de la fotografía lleva su nombre.
Estas serían las viviendas de los primeros trabajadores de las empresas textiles que fundó. Siguiendotelas sus instrucciones fue el arquitecto municipal Joaquim de Moragas quien se responsabilizo de la construcción de una viviendas de planta baja y un primer piso, funcionales, pareadas y con un pequeño jardín privado. Las casas se inauguraron el 26 de junio de 1958 y forman en la actualidad parte del Catálogo y Plan especial para la Protección del Patrimonio Arquitectónico de El Prat de Llobregat.
Después de mi visita a esta zona de El Prat, visité unos buenos amigos, Laurie Baughman y a su esposo Antonio Villafranca con los que tomé un café americano y unas galletas de canela elaboradas artesanalmente. Después de este reconfortante descanso, ya estaba listo para mi regreso a un tren que me llevaría de vuelta a Sitges, pero de camino...
 |
Me detuve unos minutos para recordar el cine de mi niñez
Y por supuesto, me dirigí hasta el Artesano
Podría estar hablando durante horas de este lugar, pero solo diré que fue donde escuche por primera vez a los Beatles y donde supe a qué se referían los muchachos mayores con aquello de los guateques.
|
Regresé de camino a la estación por las calles que tantas veces me habían llevado hasta el colegio y tiempo después hasta la fábrica Rayón donde trabajé varias temporadas de verano. Hacía frío, como suele suceder en El Prat, pero me sentía contento por la visita y al mismo tiempo abrumado por los recuerdos. Es cierto que el tiempo no vuelve, pero en cierto modo, aquella tarde comprendí que no se había ido.
Manuel Julián
Exalumno Escola La Seda